domingo, 4 de agosto de 2013

I PARTE (curso de danzas afroperuanas / mágico-religiosas)



“CORPUS CHRISTI”

PROPUESTA DANZARIA Y TEATRAL INSPIRADA EN  HECHOS HISTÓRICOS, RELIGIOSOS Y  CULTURALES DE LA CIUDAD DE LIMA (SIGLO XIX)

- APLICADA AL NIVEL DE ENSEÑANZA SUPERIOR-


Por: Jorge Luis Medynah (Julio, 2013)
 CURSO: DANZAS AFROPERUANAS II PAAP - ENSF JMA




  • Fiesta es la diversión que se verifica por motivos profanos; es decir, que no tiene relación con creencias católicas. Las fiestas no se celebran en los templos, sino en las plazas y calles públicas. La festividad se celebra en los templos y fuera de ellos y se refiere siempre a un quehacer religioso (…). La festividad está dentro del círculo de la religión y sólo se hacen festividades a Dios, la Virgen y a los santos. La solemnidad se refiere al recogimiento y ostentación con que se hacen estas festividades”.[1]





1.     La festividad y la fiesta:

El significado de las festividades católicas en el Perú de la etapa colonial- siglos XVI, XVII, XVIII  e inicios del siglo XIX- estuvo ligado directamente con la meta de implantar el cristianismo hispánico, erradicando el paganismo autóctono que éstos, los primeros conquistadores, frailes y dominicos y todas las autoridades de origen español encontraron en su avance por territorio andino, primero, y luego en cada región del país. Para ello, era necesario establecer directrices y procedimientos a fin de instaurar un “ordenamiento social”, llevándolo – incluso- al pleno y absoluto dominio (en cuerpo y alma) del poblador peruano.

Por esta razón se modifican las costumbres, se reemplazan elementos involucrados con el culto y la adoración, se trastocan fechas y celebraciones, se destruyen arquitecturas y edificaciones destinadas al recogimiento del pueblo americano para re-edificar sobre sus cimientos otras estructuras con características hispanas -de influencia barroca- transculturando  sobre ellas  y reemplazando los ídolos e imágenes sagradas por santos y patronos  de “la nueva religión”. Se persigue implacablemente  a aquellos que persisten en su “culto pagano” utilizándose la tortura como método para obtener confesiones. Se “asume” la nueva doctrina en “forma”, y en la mayor parte de nuestro país, estas costumbres se fueron sincretizando –consciente o inconscientemente- dando paso a una “nueva forma” de rendir culto.

Así, el nuevo proceso de fe y creencia religiosa –acatado y adaptado en cada región del Perú- estuvo acompañado de impresionantes demostraciones litúrgicas  y actos públicos, algunas de ellas como parte de un elaborado programa de distensión social, dando pie a una regulada “sensación de libertad”, en donde se propiciaba distracciones y demostraciones danzarias y musicales propias del sincretismo, del mestizaje con influencias hispanas, moriscas, africanas y  otras propias de cada localidad o región del Perú, dando paso a la fiesta, a la distracción popular, a las comparsas callejeras, las mismas que sirvieron de marco y referencia a las principales festividades religiosas del periodo colonial y que se extendieron a una parte del periodo republicano del siglo XIX  y otras, muy pocas, llegaron al siglo XX consolidando sólo en algunas regiones andinas y costeñas una mínima expresión de estas celebraciones en el calendario religioso del siglo XXI.

Resulta paradójico que, siendo Lima la capital del Perú y el centro religioso, político, administrativo, artístico  y cultural de América del Sur en tiempos de la colonia y, posteriormente, una de las urbes más visitadas por extranjeros, atraídos por las singulares bellezas arquitectónicas, así como  por el panorama de su historia- mezclada de tradiciones, costumbres - y su variopinto mestizaje racial, quienes  participaban en una dinámica fluida de diversas manifestaciones danzarias, musicales y otras de carácter social, no haya perennizado ninguna de las manifestaciones que aquí señalamos, llegando al punto de que en esta primera década del siglo XXI sean completamente desconocidas por  un elevado porcentaje de la población  limeña y- especialmente por los estudiantes de la Escuela Nacional Superior de Folklore “José María Arguedas”  en su historia, sus antecedentes, su  contenido, mensaje forma y fondo


Podría estar una de las respuestas en  el  siguiente enunciado:


    • “En la Lima del siglo XVIII,  la víspera de la fiesta del Corpus siempre se celebraba con luminarias (fuegos artificiales) y muy  ricas invenciones de fuego en la plaza de la ciudad. Pero éstas se fueron cambiando a medida que se agudizó la contradicción social[2]


Siguiendo otros rastros sobre las razones que motivaron a la pérdida paulatina de estos actos celebratorios impresionantes y trascendentales en un momento de nuestra historia, sobretodo en lo que respecta a la  costa central y a la ciudad de Lima, encontramos que muchas de estas “creencias” y actos públicos de fe se transformaron en una búsqueda  por un ideal de  tipo humanista y  racionalista [3] motivado, en  gran parte por el  movimiento enciclopedista francés  de fines del siglo XVIII – la Ilustración [4]- y su lucha por los derechos y la libertad individual del hombre.


Otra razón de enorme envergadura fue la crisis económica, política y social que atravesó el Perú, durante el periodo de la Independencia- influencia de la Revolución francesa - por un lado y, posteriormente, para terminar de desangrar a nuestro país, el penoso resultado de la Guerra Chile – Bolivia- Perú (1879- 1883), el cual dejó al pueblo peruano en la peor crisis del siglo XIX y seguramente, de la historia del Perú




2.     El Corpus Christi: Definición


“La mayoría de las fiestas que se celebraron en el Perú, durante la colonia fueron de origen religioso (…). Sin embargo (…) la conmemoración de las fiestas (festividades) religiosas se realizaba por otras dos razones. La principal, para convertir a los infieles y, por debajo de ellas, para hacer aceptar a los siervos e indios su condición de inferioridad mediante una interpretación deformada del evangelio”.


FIESTAS COLONIALES URBANAS
Rosa María Acosta de Arias-Schereiber (1997)


“La celebración del Corpus Christi fue sin duda una de las (festividades) más importantes y pomposas de las que se realizaron en tiempos de la colonia, durante los meses de Mayo y Junio. La (festividad) del Corpus recogió el nuevo influjo del Concilio de Trento, en cuanto debía ser en idea y espectáculo, de tal manera que con su boato y liturgia incitaba  a los naturales a unirse a la religión. En las Leyes de Indias se dispuso que virreyes y ministros y todos los fieles cristianos acompañen al Santísimo Sacramento del cuerpo de Cristo y le hagan reverencia[5]
“Esta fiesta, pues, dio lugar a una gran participación e integración popular. Los negros sacaban a sus “reyes” con bandera y quitasol y eran precedidos por sus “súbditos”  a la manera de la clase dominante. Aunque a los de la clase dominante su música les parecía “desagradable y estrepitosa”, cumplían su objetivo porque  (servía) de entretenimiento al pueblo. Además confirmaba la “superioridad”  de los que tenían el poder. Lo único que la autoridad había prohibido durante estas procesiones fue el uso de armas de fuego. También los pardos salían durante la procesión haciendo campañas de infantería”.[6]
“Durante el Corpus se incluían obras de teatro. Ya,  desde 1560, los gremios presentaban danzas –entre otras cosas- y eran retribuidos con un premio. Pero, recién en 1563 se llevó a cabo la primera obra religiosa con hondo contenido religioso (…). Posteriormente ya se permitieron comedias profanas…”.[7]

Corpus Christi (en latín, “Cuerpo de Cristo”) o Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, antes llamada Corpus Domini (“Cuerpo del Señor”), es una fiesta de la Iglesia católica destinada a celebrar la Eucaristía.

Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de los católicos en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. La celebración se lleva a cabo el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad, que a su vez tiene lugar el domingo siguiente a Pentecostés (es decir, el Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección). Específicamente, el Corpus Christi es el jueves que sigue al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. En algunos países esta fiesta ha sido trasladada al domingo siguiente para adaptarse al calendario laboral.

 

3.     Historia Del Corpus Christi


Esta fiesta surgió en la Edad Media, cuando en 1208 la religiosa Juliana de Cornillon promueve la idea de celebrar una festividad en honor al cuerpo y la sangre de Cristo presente en la Eucaristía. Así, se celebra por primera vez en 1246 en la Diócesis de Lieja (Bélgica).
En el año 1263, mientras un sacerdote celebraba la misa en la iglesia de la localidad de Bolsena (Italia), al romper la hostia consagrada brotó sangre, según la tradición.1 La Ciencia ha tratado de explicar este suceso atribuyéndolo a la probable presencia en el pan del pigmento rojo prodigiosina segregado por la bacteria Serratia marcescens.2 Este hecho, muy difundido y celebrado, dio un impulso definitivo al establecimiento como fiesta litúrgica del Corpus Christi. Fue instituida el 8 de septiembre de 1264 por el papa Urbano IV, mediante la bula Transiturus hoc mundo. A Santo Tomás de Aquino se le encarga preparar los textos para el Oficio y Misa propia del día, que incluye himnos y secuencias, como Pange Lingua (y su parte final Tantum Ergo), Lauda Sion, Panis angelicus, Adoro te devote o Verbum Supernum Prodiens.
En el Concilio de Vienne de 1311, Clemente V dará las normas para regular el cortejo procesional en el interior de los templos e incluso indicará el lugar que deberán ocupar las autoridades que quisieran añadirse al desfile.
En el año 1316, Juan XXII introduce la Octava con exposición del Santísimo Sacramento. Pero el gran espaldarazo vendrá dado por el papa Nicolás V, cuando en la festividad del Corpus Christi del año 1447, sale procesionalmente con la Hostia Santa por las calles de Roma.
En muchos lugares es una fiesta de especial relevancia. En España existe el dicho popular: Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión, lo que da idea del arraigo de esta fiesta.
Las celebraciones del Corpus suelen incluir una procesión en la que el mismo Cuerpo de Cristo se exhibe en una custodia.

        





4.     Panorama Socio-Cultural de la Ciudad De Lima en el  Siglo XIX:


Según Manuel Cisneros Fuentes (1975:2):

América recibió el siglo XIX  estando sembradas, como ya hemos visto,  las semillas libertarias. La pronta desaparición del dominio colonial era inevitable. En ella había nacido una clase social integrada por españoles y criollos (hijos de españoles nacidos en América), paralela a la de indios y negros (bozales y ladinos, llamados también “criollos”) los cuales continuaban marginados.

La influencia del virreinato del Perú irradiaba sobre todas las otras gobernaciones creadas por España para manejar las tierras americanas bajo su jurisdicción.

Lima, eco y foco de la cultura hispánica, con una bien asentada sociedad formada por hispanos y criollos que reunía apreciable conjunto de talentos cultivados, mujeres bellas y graciosas con características muy peculiares, propias de la fusión de razas durante tres siglos, aspiración de inmigrantes españoles y sede de prestigiosas e influyentes congregaciones religiosas activas y respetadas, ocupaba una situación de privilegio y rectoría al comenzar el siglo XIX.




EMANCIPACIÓN Y REPÚBLICA:[8]

            La segunda mitad del siglo XVIII, cuando se iniciaron las primeras corrientes emancipadoras fue un periodo de crisis y empobrecimiento para España, pero sobretodo, para sus colonias americanas.

            El dominio peninsular era un impedimento para el libre comercio de las colonias con Inglaterra, principal mercado económico, a partir de la revolución industrial británica. Entretanto, ya las primeras manifestaciones contra el régimen colonialista habían prendido fuertemente, tanto entre las clases inferiores (que recuperaban las esperanzas de sacudirse de la opresión), como entre los criollos y mestizos, influidos por las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa.

            Las motivaciones independentistas de ambos grupos sociales no podían ser más distintas: mientras los criollos buscaban favorecer sus propios intereses comerciales- como clases privilegiadas- para la gran masa indígena oprimida la Emancipación era un movimiento socialmente reivindicativo  de su clase, con matices mesiánicos.

            La derrota de La Armada Invencible  (España) a manos de Inglaterra, fue otro factor decisivo para lograr la independencia, pues puso de manifiesto que España ya no  podría ejercer el control militar total sobre sus colonias.

            Antes y durante toda la etapa que la Historia ha denominado como “Emancipación” (1780-1825) hubo numerosos brotes rebeldes como los de Juan Santos Atahualpa (entre 1742 y  1761), Túpac Amaru, la conspiración de  Aguilar y Ubalde en el Cuzco (1805), la revuelta de Francisco de Zela en Tacna (1811)  y la insurrección de los indios de Huánuco (1812), entre otros.

             La campaña criolla se desarrolló principalmente en el terreno intelectual (aunque hubo algunas fallidas conspiraciones en Lima y Arequipa) recurriéndose al enfrentamiento armado  con los realistas en la última etapa del conflicto.

            Luego del abandono de la capital, por parte del Virrey José de la Serna- el 06 de Julio de 1821- el ejército de San Martín  entró en Lima el 12 del mismo mes y la independencia se proclamó en la Plaza de Armas el día 28, como un acto simbólico, pues la mayor parte del país seguía ocupada por los españoles. No hubo una real independencia hasta después de la batalla de Ayacucho (06 de Agosto), tras la cual José de la Serna –último Virrey- firmó la capitulación oficial española, el 09 de Diciembre de 1824.

            Sin embargo, Lima continuó como sede del gobierno, concentrando los poderes políticos, administrativos y económicos, pues las tentativas de establecer un gobierno federal fracasaron, adoptándose un modelo de gobierno unitario, tan centralista como había sido e el Virreinato. Además, el Perú siguió gobernado por extranjeros, como antes, salvo el breve experimento de Riva Agüero, hasta 1829, cuando el General cuzqueño Agustín Gamarra fue elegido presidente.


LA OCUPACIÓN CHILENA:

            La Guerra del Pacífico (1879-1883) sumió al país en una profunda  crisis política y moral de la que le tomaría mucho tiempo salir. Después del hundimiento del Huáscar (08 de Octubre, 1879), el litoral peruano quedó totalmente desguarnecido, ofreciendo camino libre a los chilenos.

            Tan pronto se supo que éstos estaban desembarcando cerca de Pisco y Chincha, se formaron dos líneas de defensa de Lima: uno partía del Morro Solar (Chorrillos) hacia la cordillera, pasando por San Juan, y la otra ubicada en Miraflores.

            La defensa peruana había enrolado a todos los jóvenes entre los 16 y 20 años; además, se habían formado batallones de obreros, estudiantes, intelectuales e incluso comerciantes, participando también  numerosos extranjeros comerciantes que habían establecido sus negocios en esta ciudad.  Sin embargo, estas tropas eran inexpertas y reclutadas de emergencia, sin adiestramiento militar ni armamento superior que les permitiera una defensa efectiva; además, su número era muy inferior en comparación al bien armado ejército chileno.

Las tropas chilenas ocuparon Lima el 17 de Enero de 1881 e instalaron sus cuarteles en la Universidad de San Marcos y en la Biblioteca nacional, arrojando a la basura o destruyendo los 60 mil volúmenes que ésta contenía. Pronto empezaría el saqueo sistemático de hogares, oficinas, centros de enseñanza  y prácticamente cualquier lugar donde los solados pudiesen obtener cualquier botín.

            Al respecto, el representante diplomático de los Estados Unidos expresó que estos hechos eran  “violaciones de las leyes de toda guerra entre países civilizados de las que toda nación culta debe protestar enérgicamente”.

            La ocupación, con el consiguiente bloqueo de caminos, produjo escasez de abastecimientos  y gran parte de la población debía acudir a los cuarteles, algunos de los cuales daban con grandes dificultades pequeñas raciones a niños, mujeres y ancianos.
            Los limeños, acosados en su ciudad y desarmados, expresaron su resistencia del único modo que les era posible, es decir, haciendo notar altivamente  su desprecio por los invasores. Alberto del Solar, oficial chileno, consignó en su diario que “ni uno solo de los salones de la sociedad nos fue abierto durante este tiempo”.

            La ocupación de Lima terminó el 23 de Octubre de 1883, fecha en que las tropas chilenas abandonaron la capital, en virtud del Tratado de Ancón.



5.     Panorama demográfico de Lima en el siglo XIX:


Lima tenía 64, 000 habitantes  en 1820, bajando en 1836 a 55, 627, pero la mayoría femenina. Conforme a la estadística de Córdova y Urrutia Nina. Luego, aumentó en los veinte años siguientes, a razón de 1,500 personas por año aproximadamente, para llegar –en 1859- al número de 100 mil, repartidos en:

  • 23, 714 (oriundos de la ciudad)
  • 37,030 (provincianos que, desde entonces, ya empezaban a predominar en la capital)
  • 39, 597 (extranjeros, cifra elevada por considerarse en ella a los antiguos residentes españoles, según aparece en LA GUÍA HISTÓRICO- DESCRIPTIVA DE LIMA (1860),  publicada por Don Manuel Atanasio Fuentes, apodado “el murciélago” .

Con respecto a la población negra, Rosa Elena Vásquez hace mención de los datos demográficos de los censos de 1836, 1850, 1862, 1876:


“…pero éstos no dicen con precisión la cantidad de población negra (…), pese a la imprecisión, las cifras nos revelan  el alto porcentaje  (de negros) que existían en la época de la colonia. Su casi desaparición (….) se debe a diferentes factores: el maltrato, la mortalidad infantil, los suicidios, la Guerra de la Independencia y , posteriormente, la Guerra con Chile”.  (Cuche, 1975:17)[8]

“(La población de) negros libertos y negros cimarrones se ve disminuida grandemente después de la Guerra de la Independencia,  y en 1821, ya no existían más de 41 mil esclavos en el Perú” (Cuche, 1975: 18)[9]


En  relación a este tema Luis Miguel Glave confecciona un cuadro de la evolución demográfica de la población peruana, dividiéndoles en blancos, indios y negros [10]  y añade:

“(la población negra) geográficamente estaban divididos y concentrados (el 90 % del total) en la costa y eran mayoría en sitios como Cañete, Chancay, Ica (…) Trujillo, Lambayeque y Piura. En 1,614 eran el 40% de la población de Lima y en 1,791 el 60%, pero en la historia republicana (siglo XIX)  disminuyen sospechosamente a un 11% en 1,862  y hasta un 4.8% en 1908” (Glave, 1995:5) [11]


De lo expuesto líneas arriba, podemos afirmar que:

·         Si bien hubo una reducción en la población afro costeña durante el siglo XIX, no por ello dejaron de existir (como raza) y aunque muchas de sus prácticas dancísticas y musicales cayeron en desuso, predominando los “bailes de salón”, hubo una práctica, casi secreta de ritmos y danzas ancestrales, así como del mestizaje afro indígena e hispano.


Ya descrito  a grandes rasgos el panorama  socio-cultural  del periodo  republicano en el Perú y la importancia de estos actos y celebraciones que buscaban imponer por todos los medios un nuevo orden  social – el culto y  el respeto  a la religión católica y a  la fe cristiana- procederemos al tema religioso del  CORPUS CHRISTI  y a  la práctica de  algunas de las manifestaciones danzarias y teatrales  más representativas de la ciudad de Lima y  que son motivo de nuestro trabajo de investigación de carácter  exploratorio y cualitativo: EL SON DE LOS DIABLOS  Y LA REPRESENTACIÓN DANZARIA DE  MOROS Y CRISTIANOS EN LAS FESTIVIDADES DEL CORPUS CHRISTI.











[1]“La festividad del Corpus Crhisti en el Cuzco” Huayhuaca Villasante, Luis. Concytec (Cuzco) 1988 –pág. 15.

[2] FIESTAS COLONIALES URBANAS- LIMA, CUZCO, POTOSÍ (1997:58)
[3] LA FIESTA, SÍMBOLO DE LIBERTAD. Irarrázabal, Diego. 1998. CEP (PÁG. 35).
[4] GRAN ENCICLOPEDIA DEL PERÚ. (1998:700)
[5] LA FIESTA, SÍMBOLO DE LIBERTAD. Irarrázabal, Diego. 1998. CEP (pág. 35).
[6] FIESTAS COLONIALES URBANAS- LIMA, CUZCO, POTOSÍ (1997:67)
[7] Ibídem.
[8] GRAN ENCICLOPEDIA DEL PERÚ. LEXUS EDITORES. Barcelona, España  (1998:700)
[8] LA PRÁCTICA MUSICAL EN LA POBALCIÓN NEGRA: 1982:14
[9] ibídem
[10] SONIDOS DEL TIEMPO: ORIGEN DE LA CULTURA AFROPERUANA. (1995:15)
[11] Ibídem.



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