“CORPUS
CHRISTI”
PROPUESTA DANZARIA Y TEATRAL INSPIRADA EN HECHOS HISTÓRICOS, RELIGIOSOS Y CULTURALES DE LA CIUDAD DE LIMA (SIGLO XIX)
- APLICADA AL NIVEL DE ENSEÑANZA SUPERIOR-
Por: Jorge Luis Medynah (Julio, 2013)
CURSO: DANZAS AFROPERUANAS II PAAP
- ENSF JMA
- “Fiesta es la diversión que se verifica por motivos profanos; es decir, que no tiene relación con creencias católicas. Las fiestas no se celebran en los templos, sino en las plazas y calles públicas. La festividad se celebra en los templos y fuera de ellos y se refiere siempre a un quehacer religioso (…). La festividad está dentro del círculo de la religión y sólo se hacen festividades a Dios, la Virgen y a los santos. La solemnidad se refiere al recogimiento y ostentación con que se hacen estas festividades”.[1]
1.
La festividad y la
fiesta:
El significado de las festividades católicas en el
Perú de la etapa colonial- siglos XVI, XVII, XVIII e inicios del siglo XIX- estuvo ligado
directamente con la meta de implantar el cristianismo hispánico, erradicando el
paganismo autóctono que éstos, los primeros conquistadores, frailes y dominicos
y todas las autoridades de origen español encontraron en su avance por territorio
andino, primero, y luego en cada región del país. Para ello, era necesario
establecer directrices y procedimientos a fin de instaurar un “ordenamiento
social”, llevándolo – incluso- al pleno y absoluto dominio (en cuerpo y alma)
del poblador peruano.
Por esta razón se modifican las costumbres, se
reemplazan elementos involucrados con el culto y la adoración, se trastocan
fechas y celebraciones, se destruyen arquitecturas y edificaciones destinadas
al recogimiento del pueblo americano para re-edificar sobre sus cimientos otras
estructuras con características hispanas -de influencia barroca-
transculturando sobre ellas y reemplazando los ídolos e imágenes sagradas
por santos y patronos de “la nueva
religión”. Se persigue implacablemente a
aquellos que persisten en su “culto pagano” utilizándose la tortura como método
para obtener confesiones. Se “asume” la nueva doctrina en “forma”, y en la
mayor parte de nuestro país, estas costumbres se fueron sincretizando
–consciente o inconscientemente- dando paso a una “nueva forma” de rendir
culto.
Así, el nuevo proceso de fe y creencia religiosa
–acatado y adaptado en cada región del Perú- estuvo acompañado de
impresionantes demostraciones litúrgicas
y actos públicos, algunas de ellas como parte de un elaborado programa
de distensión social, dando pie a una regulada “sensación de libertad”, en
donde se propiciaba distracciones y demostraciones danzarias y musicales
propias del sincretismo, del mestizaje con influencias hispanas, moriscas,
africanas y otras propias de cada
localidad o región del Perú, dando paso
a la fiesta, a la distracción popular, a las comparsas callejeras, las
mismas que sirvieron de marco y referencia a las principales festividades
religiosas del periodo colonial y que se extendieron a una parte del periodo
republicano del siglo XIX y otras, muy
pocas, llegaron al siglo XX consolidando sólo en algunas regiones andinas y
costeñas una mínima expresión de estas celebraciones en el calendario religioso
del siglo XXI.
Resulta paradójico que, siendo Lima la capital del
Perú y el centro religioso, político, administrativo, artístico y cultural de América del Sur en tiempos de la
colonia y, posteriormente, una de las urbes más visitadas por extranjeros,
atraídos por las singulares bellezas arquitectónicas, así como por el panorama de su historia- mezclada de
tradiciones, costumbres - y su variopinto mestizaje racial, quienes participaban en una dinámica fluida de
diversas manifestaciones danzarias, musicales y otras de carácter social, no haya
perennizado ninguna de las manifestaciones que aquí señalamos, llegando al
punto de que en esta primera década del siglo XXI sean completamente
desconocidas por un elevado porcentaje
de la población limeña y- especialmente
por los estudiantes de la Escuela Nacional Superior de Folklore “José María
Arguedas” en su historia, sus antecedentes, su
contenido, mensaje forma y fondo
Podría
estar una de las respuestas en el siguiente enunciado:
- “En la Lima del siglo XVIII, la víspera de la fiesta del Corpus siempre se celebraba con luminarias (fuegos artificiales) y muy ricas invenciones de fuego en la plaza de la ciudad. Pero éstas se fueron cambiando a medida que se agudizó la contradicción social” [2]
Siguiendo otros rastros sobre las razones que
motivaron a la pérdida paulatina de estos actos celebratorios impresionantes y
trascendentales en un momento de nuestra historia, sobretodo en lo que respecta
a la costa central y a la ciudad de
Lima, encontramos que muchas de estas “creencias” y actos públicos de fe se
transformaron en una búsqueda por un
ideal de tipo humanista y racionalista [3] motivado,
en gran parte por el movimiento enciclopedista francés de fines del siglo XVIII – la Ilustración [4]- y su
lucha por los derechos y la libertad individual del hombre.
Otra razón de enorme envergadura fue la crisis
económica, política y social que atravesó el Perú, durante el periodo de la
Independencia- influencia de la Revolución francesa - por un lado y,
posteriormente, para terminar de desangrar a nuestro país, el penoso resultado
de la Guerra Chile – Bolivia- Perú (1879- 1883), el cual dejó al pueblo peruano
en la peor crisis del siglo XIX y seguramente, de la historia del Perú
2.
El Corpus Christi: Definición
“La mayoría de las fiestas que se celebraron en el
Perú, durante la colonia fueron de origen religioso (…). Sin embargo (…) la
conmemoración de las fiestas (festividades) religiosas se realizaba por otras
dos razones. La principal, para convertir a los infieles y, por debajo de
ellas, para hacer aceptar a los siervos e indios su condición de inferioridad
mediante una interpretación deformada del evangelio”.
FIESTAS COLONIALES URBANAS
Rosa
María Acosta de Arias-Schereiber (1997)
“La celebración del Corpus Christi fue sin duda una de
las (festividades) más importantes y pomposas de las que se realizaron en
tiempos de la colonia, durante los meses de Mayo y Junio. La (festividad) del
Corpus recogió el nuevo influjo del Concilio de Trento, en cuanto debía ser en
idea y espectáculo, de tal manera que con su boato y liturgia incitaba a los naturales a unirse a la religión. En
las Leyes de Indias se dispuso que virreyes y ministros y todos los fieles
cristianos acompañen al Santísimo Sacramento del cuerpo de Cristo y le hagan
reverencia”[5]
“Esta
fiesta, pues, dio lugar a una gran participación e integración popular. Los
negros sacaban a sus “reyes” con bandera y quitasol y eran precedidos por sus
“súbditos” a la manera de la clase
dominante. Aunque a los de la clase dominante su música les parecía
“desagradable y estrepitosa”, cumplían su objetivo porque (servía) de entretenimiento al pueblo. Además
confirmaba la “superioridad” de los que
tenían el poder. Lo único que la autoridad había prohibido durante estas
procesiones fue el uso de armas de fuego. También los pardos salían durante la
procesión haciendo campañas de infantería”.[6]
“Durante
el Corpus se incluían obras de teatro. Ya,
desde 1560, los gremios presentaban danzas –entre otras cosas- y eran
retribuidos con un premio. Pero, recién en 1563 se llevó a cabo la primera obra
religiosa con hondo contenido religioso (…). Posteriormente ya se permitieron
comedias profanas…”.[7]
Corpus Christi (en latín,
“Cuerpo de Cristo”) o Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, antes llamada
Corpus Domini (“Cuerpo del Señor”), es una fiesta de la Iglesia católica destinada a celebrar la Eucaristía.
Su principal finalidad es
proclamar y aumentar la fe de los católicos en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. La celebración se lleva a
cabo el jueves
posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad,
que a su vez tiene lugar el domingo siguiente a Pentecostés
(es decir, el Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección). Específicamente,
el Corpus Christi es el jueves que sigue al noveno domingo después de la
primera luna llena de primavera del hemisferio norte. En algunos países esta
fiesta ha sido trasladada al domingo siguiente para adaptarse al calendario
laboral.
3. Historia Del Corpus Christi
Esta
fiesta surgió en la Edad Media, cuando en 1208 la religiosa Juliana de Cornillon promueve la idea
de celebrar una festividad en honor al cuerpo y la sangre de Cristo presente en
la Eucaristía. Así, se celebra por primera vez en 1246 en la Diócesis de Lieja (Bélgica).
En el año
1263, mientras un
sacerdote celebraba la misa en la iglesia de la localidad de Bolsena
(Italia),
al romper la hostia consagrada brotó sangre, según la tradición.1
La Ciencia ha tratado de explicar este suceso atribuyéndolo a la probable
presencia en el pan del pigmento rojo prodigiosina
segregado por la bacteria Serratia marcescens.2
Este hecho, muy difundido y celebrado, dio un impulso definitivo al
establecimiento como fiesta litúrgica del Corpus Christi. Fue instituida el 8
de septiembre de 1264
por el papa Urbano IV,
mediante la bula Transiturus hoc mundo. A Santo Tomás de Aquino se le encarga
preparar los textos para el Oficio y Misa propia del día, que incluye himnos y secuencias, como Pange Lingua
(y su parte final Tantum Ergo), Lauda Sion, Panis
angelicus, Adoro te
devote o Verbum Supernum Prodiens.
En el Concilio de Vienne de 1311, Clemente V
dará las normas para regular el cortejo procesional en el interior de los
templos e incluso indicará el lugar que deberán ocupar las autoridades que
quisieran añadirse al desfile.
En el año
1316, Juan XXII
introduce la Octava con exposición del Santísimo Sacramento. Pero el gran
espaldarazo vendrá dado por el papa Nicolás V,
cuando en la festividad del Corpus Christi del año 1447, sale
procesionalmente con la Hostia Santa por las calles de Roma.
En muchos
lugares es una fiesta de especial relevancia. En España existe el dicho
popular: Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo,
Corpus Christi y el día de la Ascensión, lo que da idea del
arraigo de esta fiesta.
Las
celebraciones del Corpus suelen incluir una procesión en la que el mismo Cuerpo
de Cristo se exhibe en una custodia.
4.
Panorama
Socio-Cultural de la Ciudad De Lima en el
Siglo XIX:
Según Manuel Cisneros Fuentes
(1975:2):
América recibió el siglo XIX estando sembradas, como ya hemos visto, las semillas libertarias. La pronta
desaparición del dominio colonial era inevitable. En ella había nacido una
clase social integrada por españoles y criollos (hijos de españoles nacidos en
América), paralela a la de indios y negros (bozales y ladinos, llamados también
“criollos”) los cuales continuaban marginados.
La influencia del virreinato del Perú irradiaba sobre
todas las otras gobernaciones creadas por España para manejar las tierras
americanas bajo su jurisdicción.
Lima, eco y foco de la cultura hispánica, con una bien
asentada sociedad formada por hispanos y criollos que reunía apreciable
conjunto de talentos cultivados, mujeres bellas y graciosas con características
muy peculiares, propias de la fusión de razas durante tres siglos, aspiración
de inmigrantes españoles y sede de prestigiosas e influyentes congregaciones
religiosas activas y respetadas, ocupaba una situación de privilegio y rectoría
al comenzar el siglo XIX.
EMANCIPACIÓN Y REPÚBLICA:[8]
La segunda mitad del siglo XVIII,
cuando se iniciaron las primeras corrientes emancipadoras fue un periodo de
crisis y empobrecimiento para España, pero sobretodo, para sus colonias
americanas.
El dominio peninsular era un
impedimento para el libre comercio de las colonias con Inglaterra, principal
mercado económico, a partir de la revolución industrial británica. Entretanto,
ya las primeras manifestaciones contra el régimen colonialista habían prendido
fuertemente, tanto entre las clases inferiores (que recuperaban las esperanzas
de sacudirse de la opresión), como entre los criollos y mestizos, influidos por
las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa.
Las motivaciones independentistas de
ambos grupos sociales no podían ser más distintas: mientras los criollos
buscaban favorecer sus propios intereses comerciales- como clases
privilegiadas- para la gran masa indígena oprimida la Emancipación era un
movimiento socialmente reivindicativo de
su clase, con matices mesiánicos.
La derrota de La Armada
Invencible (España) a manos de
Inglaterra, fue otro factor decisivo para lograr la independencia, pues puso de
manifiesto que España ya no podría
ejercer el control militar total sobre sus colonias.
Antes y durante toda la etapa que la
Historia ha denominado como “Emancipación” (1780-1825) hubo numerosos brotes
rebeldes como los de Juan Santos Atahualpa (entre 1742 y 1761), Túpac Amaru, la conspiración de Aguilar y Ubalde en el Cuzco (1805), la
revuelta de Francisco de Zela en Tacna (1811)
y la insurrección de los indios de Huánuco (1812), entre otros.
La campaña criolla se desarrolló principalmente
en el terreno intelectual (aunque hubo algunas fallidas conspiraciones en Lima
y Arequipa) recurriéndose al enfrentamiento armado con los realistas en la última etapa del
conflicto.
Luego del abandono de la capital,
por parte del Virrey José de la Serna- el 06 de Julio de 1821- el ejército de
San Martín entró en Lima el 12 del mismo
mes y la independencia se proclamó en la Plaza de Armas el día 28, como un acto
simbólico, pues la mayor parte del país seguía ocupada por los españoles. No
hubo una real independencia hasta después de la batalla de Ayacucho (06 de
Agosto), tras la cual José de la Serna –último Virrey- firmó la capitulación
oficial española, el 09 de Diciembre de 1824.
Sin embargo, Lima continuó como sede
del gobierno, concentrando los poderes políticos, administrativos y económicos,
pues las tentativas de establecer un gobierno federal fracasaron, adoptándose
un modelo de gobierno unitario, tan centralista como había sido e el Virreinato.
Además, el Perú siguió gobernado por extranjeros, como antes, salvo el breve
experimento de Riva Agüero, hasta 1829, cuando el General cuzqueño Agustín
Gamarra fue elegido presidente.
LA OCUPACIÓN CHILENA:
La Guerra del Pacífico (1879-1883)
sumió al país en una profunda crisis
política y moral de la que le tomaría mucho tiempo salir. Después del
hundimiento del Huáscar (08 de Octubre, 1879), el litoral peruano quedó
totalmente desguarnecido, ofreciendo camino libre a los chilenos.
Tan pronto se supo que éstos estaban
desembarcando cerca de Pisco y Chincha, se formaron dos líneas de defensa de
Lima: uno partía del Morro Solar (Chorrillos) hacia la cordillera, pasando por
San Juan, y la otra ubicada en Miraflores.
La defensa peruana había enrolado a todos
los jóvenes entre los 16 y 20 años; además, se habían formado batallones de
obreros, estudiantes, intelectuales e incluso comerciantes, participando
también numerosos extranjeros
comerciantes que habían establecido sus negocios en esta ciudad. Sin embargo, estas tropas eran inexpertas y
reclutadas de emergencia, sin adiestramiento militar ni armamento superior que
les permitiera una defensa efectiva; además, su número era muy inferior en
comparación al bien armado ejército chileno.
Las tropas
chilenas ocuparon Lima el 17 de Enero de 1881 e instalaron sus cuarteles en la
Universidad de San Marcos y en la Biblioteca nacional, arrojando a la basura o
destruyendo los 60 mil volúmenes que ésta contenía. Pronto empezaría el saqueo
sistemático de hogares, oficinas, centros de enseñanza y prácticamente cualquier lugar donde los
solados pudiesen obtener cualquier botín.
Al respecto, el representante
diplomático de los Estados Unidos expresó que estos hechos eran “violaciones
de las leyes de toda guerra entre países civilizados de las que toda nación
culta debe protestar enérgicamente”.
La ocupación, con el consiguiente
bloqueo de caminos, produjo escasez de abastecimientos y gran parte de la población debía acudir a
los cuarteles, algunos de los cuales daban con grandes dificultades pequeñas
raciones a niños, mujeres y ancianos.
Los limeños, acosados en su ciudad y
desarmados, expresaron su resistencia del único modo que les era posible, es
decir, haciendo notar altivamente su
desprecio por los invasores. Alberto del Solar, oficial chileno, consignó en su
diario que “ni uno solo de los salones de
la sociedad nos fue abierto durante este tiempo”.
La ocupación de Lima terminó el 23
de Octubre de 1883, fecha en que las tropas chilenas abandonaron la capital, en
virtud del Tratado de Ancón.
5.
Panorama demográfico
de Lima en el siglo XIX:
Lima tenía 64, 000 habitantes en 1820, bajando en 1836 a 55, 627, pero la
mayoría femenina. Conforme a la estadística de Córdova y Urrutia Nina. Luego, aumentó en los veinte años
siguientes, a razón de 1,500 personas por año aproximadamente, para llegar –en
1859- al número de 100 mil, repartidos en:
- 23, 714 (oriundos de la ciudad)
- 37,030 (provincianos que, desde entonces, ya empezaban a predominar en la capital)
- 39, 597 (extranjeros, cifra elevada por considerarse en ella a los antiguos residentes españoles, según aparece en LA GUÍA HISTÓRICO- DESCRIPTIVA DE LIMA (1860), publicada por Don Manuel Atanasio Fuentes, apodado “el murciélago” .
Con
respecto a la población negra, Rosa
Elena Vásquez hace mención de los datos demográficos de los censos de 1836, 1850, 1862, 1876:
“…pero éstos no dicen con precisión la cantidad de
población negra (…), pese a la imprecisión, las cifras nos revelan el alto porcentaje (de negros) que existían en la época de la
colonia. Su casi desaparición (….) se debe a diferentes factores: el maltrato,
la mortalidad infantil, los suicidios, la Guerra de la Independencia y ,
posteriormente, la Guerra con Chile”.
(Cuche, 1975:17)[8]
“(La población de) negros libertos y negros cimarrones
se ve disminuida grandemente después de la Guerra de la Independencia, y en 1821, ya no existían más de 41 mil
esclavos en el Perú” (Cuche, 1975: 18)[9]
En relación a este tema Luis Miguel Glave confecciona un cuadro de la evolución demográfica
de la población peruana, dividiéndoles en blancos, indios y negros [10]
y añade:
“(la población negra) geográficamente estaban
divididos y concentrados (el 90 % del total) en la costa y eran mayoría en
sitios como Cañete, Chancay, Ica (…) Trujillo, Lambayeque y Piura. En 1,614
eran el 40% de la población de Lima y en 1,791 el 60%, pero en la historia
republicana (siglo XIX) disminuyen
sospechosamente a un 11% en 1,862 y
hasta un 4.8% en 1908” (Glave, 1995:5) [11]
De lo
expuesto líneas arriba, podemos afirmar que:
·
Si bien hubo una reducción en la población afro
costeña durante el siglo XIX, no por ello dejaron de existir (como raza) y
aunque muchas de sus prácticas dancísticas y musicales cayeron en desuso,
predominando los “bailes de salón”, hubo una práctica, casi secreta de ritmos y
danzas ancestrales, así como del mestizaje afro indígena e hispano.
Ya descrito a
grandes rasgos el panorama socio-cultural
del periodo republicano en el
Perú y la importancia de estos actos y celebraciones que buscaban imponer por
todos los medios un nuevo orden social –
el culto y el respeto a la religión católica y a la fe cristiana- procederemos al tema religioso
del CORPUS CHRISTI y a la
práctica de algunas de las manifestaciones
danzarias y teatrales más
representativas de la ciudad de Lima y
que son motivo de nuestro trabajo de investigación de carácter exploratorio y cualitativo: EL SON DE LOS DIABLOS Y LA REPRESENTACIÓN DANZARIA DE MOROS Y CRISTIANOS EN LAS FESTIVIDADES DEL
CORPUS CHRISTI.
[1]“La festividad del Corpus Crhisti en
el Cuzco” Huayhuaca Villasante, Luis. Concytec (Cuzco) 1988 –pág. 15.
[2] FIESTAS COLONIALES URBANAS- LIMA, CUZCO, POTOSÍ (1997:58)
[3] LA FIESTA,
SÍMBOLO DE LIBERTAD. Irarrázabal, Diego. 1998. CEP (PÁG. 35).
[5]
LA FIESTA, SÍMBOLO DE
LIBERTAD. Irarrázabal, Diego. 1998. CEP (pág. 35).
[8] LA
PRÁCTICA MUSICAL EN LA POBALCIÓN NEGRA: 1982:14
[10] SONIDOS DEL TIEMPO: ORIGEN
DE LA CULTURA AFROPERUANA. (1995:15)
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